1939 – 1984

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1939 – 1984

El período que abarca desde 1939 a 1984 se estructura en base a la obra intelectual de GDP, a diferencia de la primera parte de esta biografía, en la que se sigue un criterio cronológico. Sin embargo, igual que en ese período, es la voz del escritor la que nos conduce a través de su creación literaria y nos revela su polifacética personalidad. Con sus propias palabras, GDP explica los motivos que le llevaron a cultivar diversos géneros y a realizar múltiples actividades culturales, movido siempre por su inagotable curiosidad y por su vocación comunicadora. Porque, como él mismo decía, su objetivo era “llevar lo mejor a los más».

Terminada la peripecia terrible, el escritor se afirmó una vez más a su condición de molusco agarrado a su roca nativa. ¿Huir? ¿Abandonar casa, libros, años, vida, desgarrándose el alma? ¿Formar en lejanos ultramares, empezando de nuevo una conciencia sobreañadida?
Un deber se me dibujó enérgicamente en el corazón. Quedarse. Quedarse ¿para qué? Quedarse, sencillamente para proseguir. Para continuar. Exactamente para eso. Para intentar hasta donde fuera posible el inicio del largo camino hacia una todavía remotísima normalidad.

Memoria de una generación destruida, págs. 141 y 142.

Todas mis actividades se orientan a una creatividad en la que no distingo preferencias: escribir (crítica, poesía, ensayo, viajes, periodismo, etc) es todo uno y lo mismo porque es dar una solución biológica al instinto de paternidad que el creador lleva consigo.

Alerta, 1972.

Yo soy el antiespecialista y esto, más que un signo de mérito es un carnet de identidad.

La Vanguardia, 1978.

Toda obra es un autorretrato. Cuando se mira en conjunto una obra – artística, literaria; da lo mismo – se advierte que cada uno de los trazos, inservible para la mirada abarcadora, se van ensamblando con los demás, hasta crear la figura general del autor que los ha creado.

Conversaciones con Guillermo Díaz Plaja, pág. 110.

Académico

Yo ya había entrado en la Docta Casa desde 1943. Y me llena de orgullo recordarlo porque, en esa fecha –con poco más de treinta años cumplidos- mi elección como Académico Correspondiente en Cataluña me llenó de turbación.
Veinticuatro años más tarde, en 1967, era elegido miembro de Número. Leía el Discurso de Ingreso sobre La dimensión culturalista de la poesía castellana del siglo XX el día 5 de noviembre. Me contestó –gentileza que agradecí siempre- Martín de Riquer.

Retrato de un escritor, págs. 247 y 248.

El escritor leyendo su discurso de ingreso en la RAE.

Nombramiento como académico correspondiente.

Portada del discurso
de ingreso.

Nombramiento como académico de número.

Conferenciante

«El orador se hace». Es, realmente, un oficio, al que debe entregársele esfuerzo, disciplina, gimnasia, incluso una cierta teatralidad. Supone, además, una cierta audacia intelectual, por la que el orador llega a sugestionarse de que efectivamente tiene algo que enseñar. O que convencer.

Memoria de una generación destruida, pág. 126.

Diversas facetas de Guillermo Díaz-Plaja como conferenciante.

Crítico literario

Sé que por mi tarea crítica, la que se explana, por ejemplo, en las páginas de ABC, se me considera un enjuiciador blando. Entiendo que el acto de publicar un libro en nuestro país implica una noción de heroísmo, y que el acto mismo de ser elegida una obra para mi sección ya supone un juicio de valor. Por otra parte, yo ejerzo una crítica que pudiéramos llamar “situadora”. Dado un libro, mi misión consiste estrictamente en hacerlo entender; en desmenuzarlo de una manera didáctica para que el lector tenga, como un alivio de caminante, las indicaciones necesarias para paladear mejor la obra de que se trate.

Conversaciones con Guillermo Díaz-Plaja, págs.138 y 139.

La crítica ha dejado de ser como en el siglo XIX un reparto de “bombos y palos” para convertirse en una amistosa guía de lectura que describe y encuadra la obra criticada.

Conversaciones con Guillermo Díaz-Plaja, pág.179.

Algunas muestras de crítica literaria de Guillermo Díaz-Plaja en el diario ABC.

Ensayista

Evidentemente dentro de mi obra, el peso predominante lo lleva el ensayo, tomando esta palabra en un sentido muy amplio. Para mí el ensayo es fundamentalmente una renovada interrogación, un asombro en busca de unas verdades que no se expresan dogmáticamente nunca.

Conversaciones con Guillermo Díaz-Plaja, pág. 200.

Moviéndose entre la férrea estructura del “tratado” y la zona libre de creación pura – novela, poema en prosa, verso – el ensayo permite merodear fluidamente en torno a temas y problemas intelectuales. En realidad este contorno tiene una intención y misión educadora. Forma parte del menester docente: “Aproximar lo mejor a los más”.

Conversaciones con Guillermo Díaz-Plaja, pág. 31.

El ensayo, espléndido fruto del humanismo europeo, tiene – desde Montaigne acá – la rigurosa condición de “aproximar” los temas en que se ocupa , no sólo porque los relaciona con nuestro tiempo, sino porque los polariza en el yo pensante del escritor. Todo ensayo es así , de alguna manera, lírico.

Retrato de un escritor, pág. 230.

Hombre de teatro

Quisiera explicar ahora mi largo y hondo amor al teatro. Amor intelectual, en busca del entendimiento del fenómeno y de su más amplia interpretación. Amor que es, como siempre, previo y apasionado conocimiento crítico. Y en mi caso, ejercicio de una notable profesión: la enseñanza del arte escénico… Durante treinta años he dirigido el Instituto del Teatro de la Diputación Provincial de Barcelona, que conseguí que fuera reconocido por el Ministerio de Educación como ”Escuela Superior de Arte Dramático” y que sirviera de modelo para constituir una institución paralela desglosada del Conservatorio de Música de Madrid, cuya dirección provisional me fue confiada. Durante treinta años, todas las tardes, una tras otra, en el curso de la semana laborable, me he entregado a la tarea de crear nuevos profesionales del teatro, partiendo de una discreta exigencia cultural.

Retrato de un escritor, pág. 236-237

Profesor

Creo que he hecho lo posible por realizar una labor positiva en la cátedra, tanto en la clase como a través de los libros de enseñanza, y quiero ya anticiparte que ha sido providencial la correlación que existe entre el grado de mi docencia y la capacidad de síntesis que se reconoce en algunos de mis escritos. Por otra parte, es una tarea tan emocionante, la que consiste en ir descubriendo a lo largo de los años, no sólo vocaciones que han decidido muchos itinerarios vitales, sino un comportamiento estético que ha sido muy útil en la madurez de muchos de los que han sido mis alumnos. En este sentido, yo diría que la acción de un Catedrático de Enseñanza Media, es más genérica y trascendente que la del universitario, a quien le llegan ya las vocaciones prefijadas.

Conversaciones con Guillermo Díaz-Plaja, pág .78

Por lo que se refiere al ejercicio estricto de la docencia, considero un honor haber servido, durante muchos años, dentro del rango de los catedráticos de Institutos de Bachillerato.

Voy a expresar mi regla de oro, en este, como en otros aspectos de mi obra: he querido realizar aquellos libros que yo, cuando era estudiante hubiera deseado tener. Me he colocado en la situación espiritual del muchacho ávido de lectura que debe dedicar esfuerzos ingentes a manejar textos, y he querido que, a partir de mi trabajo, su tarea quede facilitada. Me agradaría mucho haberlo conseguido.

Retrato de un escritor, pág, 233.

Dos portadas de libros de texto publicadas por su editorial, La Espiga, cuyo logotipo vemos en el centro.

Articulista

En España el escritor necesita de lo periodístico. Y es evidente que cuando este escritor reúne en un tomo su producción dispersa en diarios y revistas realiza dos funciones:
1º Acredita un valor de perennidad a lo que parecía destinado a la fugacidad de la hoja volandera.
2º Hace patente así la unidad mental que produjo aquella obra repartida en los papeles periódicos.

El oficio de escribir, págs. 10 y 11.

Poeta

  • El poeta ha cumplido 60 años
  • Y sin embargo, esta dulzura,
  • esta noción de plenitud,
  • este equilibrio y esta hondura
  • no los gocé en mi juventud.
  • A plena luz va mi vacío
  • cuatro horizontes a surcar,
  • me siento en paz, soy todo mío,
  • aún soy capaz de navegar,
  • pero la quilla lleva el plomo
  • de los estíos fugitivos
  • y los secretos vibran como
  • nuevos caminos redivivos.
  • Velas de luz cantan reflejos
  • de los ocasos que no están,
  • ya los ayeres quedan lejos
  • y los mañanas llegarán
  • un poco más cada jornada
  • adelgazado el horizonte
  • ¿se hace más débil la mirada?
  • ¿escalaré el nivel del monte?
  • Pero el camino ya está hecho,
  • ¿no pudo ser de otra manera?
  • ¿Un corazón dentro del pecho
  • con otro ritmo me latiera?
  • Ya está cumplida mi tarea,
  • mi autorretrato terminado,
  • la arquitectura de mi idea,
  • lo que yo había deseado,
  • y, sin embargo, corazón,
  • lo más hermoso era la espera,
  • cuando sentía adentro el son
  • que me entreabría la frontera,
  • cuando era todo porvenir,
  • interrogando mi destino.
  • Cuando quería consumir
  • todos los hitos del camino…
  • Todo es igual. Todo es ayer.
  • Todo es mañana y es hoy mismo.
  • Desde los fondos de mi ser,
  • clamo, Señor, desde el abismo.

    • Conciencia del otoño

      Hasta veinte volúmenes alcanza, en la hora actual, mi producción poética. Bien puedo decir, pues, que es una “constante” de mi quehacer literario. Más todavía: he escrito repetidas veces que toda escritura auténtica tiene raíces líricas.

      Retrato de un escritor, pág. 215.

      He publicado una extensa obra lírica que atestigua una larga fidelidad a la expresión en verso, y confieso que yo mismo hasta haberlos visto publicados en edición conjunta, no he podido darme cuenta de las constantes que sellan esta obra poética y que van desde el testimonio de Dios, al goce dionisíaco de la Tierra: poesía del cielo y de horizontes, que esperan, por cierto, un juicio de valor.

      Conversaciones con Guillermo Díaz-Plaja, pág. 166.

Viajero

“Navigare ne-cesse est” : ¿ Desde cuándo me escuece en el alma la pasión viajera? Lector – y redactor – infatigado de diarios de viaje, enamorado de los rumbos distantes, la vida ha sido muy generosa con este anhelo mío.

Memoria de una generación destruida, pág. 101.

Viajar para mi, es otra manera de apropiación del mundo, de redescubrimiento de lo que nos rodea, de complemento de la curiosidad. El viajero de raza no puede quedarse en la pura captación de lo superficial, sino que intenta adentrarse en los paisajes en busca de sus claves espirituales.

La Vanguardia, 16 de marzo de 1978.

En un lugar de La Mancha…

En la Acrópolis de Atenas.

En El Cairo con Conchita Taboada.

En una calle de Zagreb.

—¿Y como viajero?
—Para mí el libro de viajes es siempre un libro de ensayos actuando sobre la materia viva del hecho geográfico. Para mí, viajar es fundamentalmente un tema de meditación y poesía.
—¿Qué considera más difícil de escribir?
—Una página didáctica que pueda ser comprendida por un mucha- cho de bachillerato.
– ¿Cuántas veces estuvo en América y en qué países?
—Ocho. Desde Monterrey a Santiago de Chile.
—¿Qué le atrae más de aquel continente?
—En primer término, me llevó mi curiosidad. La emoción de sentir la fabulosa palpitación de las Españas atlánticas. Claro está que ello no hubiera sido posible sin las invitaciones de las universidades hispanoamericanas, que me han honrado con su gentileza.

El Noticiero Universal, 5 de febrero de 1960.

Otro aspecto de su obra, que él salva con verdadero amor, es el del libro de viajes. También en este aspecto dice que se vanagloria de una docena de títulos y que, como en el caso de la poesía, no ha encontrado una crítica valoradora de lo que él cree su manera peculiar de ejercer de escritor viajero.

Mis libros de viajes (El viajero y su luz, África por la cintura, Con variado rumbo,Trópicos) constituyen un constante ir y venir entre lo sensorial poético y la entelequia ensayística. Creo que mis libros de viajes suponen, por lo tanto, una cierta novedad, que espero que algún día sea objeto de valoraciones críticas.

Pueblo, 9 de julio de 1969.

Por ello, en estas notas de viaje, junto a caza de altanería de los paisajes descritos, quiero dejar rápida constancia del botín maravilloso que supone el viaje como posibilidad de ganar amigos. A mis andanzas viajeras debo, en efecto, la inmensa fortuna de haber estrechado la mano de aquella gente, que en cada escenario geográfico estaba más cerca de mí en el quehacer literario y en las afinidades electivas. Anotar sus nombres ha sido el orgullo de estas páginas.

Retrato de un escritor, pág. 265.

En México.

En París.

En África.

En China.

Hombre puente

Personalmente, medio siglo de meditación sobre el tema y un considerable número de páginas escritas en torno al mismo acreditan mi vocación, acaso quimérica, de encontrar esas vías de entendimiento medio camino entre tantas posiciones primarias, viscerales, y por ello, irreductibles.

En esta actitud dialogante he tropezado siempre en una constante estremecedora: no hay coincidencia de puntos de vista, si no se parte de una información suficiente. Y ahí duele: ¿qué se le enseña al niño español, desde la escuela, acerca de la realidad geopolítica de España, de su unidad y de su diversidad?

Ensayos sobre comunicación cultural, pág. 118.

Me produce rubor-y escalofrío- el hecho de que en poquísimas Facultades de Letras, y precisamente en su sección de “Románicas”, el tesoro español de cultura y belleza que se produce en las lenguas de Galicia, y en el lenguaje dem las zonas litorales del Mediterráneo -catalán, balear y valenciano-, no es enseñado, y cuando lo es, se le considera como asignatura optativa. ¿Quién concienciará, pues, los futuros docentes de la realidad compleja pero riquísima que debe ser enseñada como ejemplo de intercomunicación cultural dentro de a misma patria común.?

Conocerse es necesario. Y para ello es exigible no sólo la información escolar, sino una conducta de mutua tolerancia .Las lenguas periféricas no deben ser pretexto para fascismos desorbitados e intransigentes, de uno y otro lado. Y en esta labor de diálogo y concordia he pasado mis más largas horas reeducador.

Ensayos sobre comunicación cultural, pág. 121La Vanguardia, 16 de marzo de 1978.

«He intentado ser un poco el hombre puente entre las dos grandes culturas. Por una parte, a través de mi obra en castellano, dando a conocer muchos valores de Cataluña y, por otra parte, actuando en Barcelona como altavoz de las formas generales de la literatura en castellano. Es un papel difícil porque a veces es uno incomprendido por unos y por otros. Pero temporalmente yo lo siento así. Y creo, además, que con ello presto un servicio al entendimiento de los pueblos españoles.”

ABC 1978

¿Cuándo se entenderá que España es una totalidad generosa y abarcadora? ¿Cuándo se explicará que la riqueza expresiva de cada región forma parte indeclinable del acervo que nos explica y que nos construye a todos?

Los que pertenecemos a las Españas bilingües sabemos bien cuanto perfeccionaría el concepto de comunidad una visión comprensiva y entendedora de la diversidad hispánica. Sólo partiendo de esta posición en el ámbito peninsular, superando la dura corteza del concepto monolítico de la expresión, podremos proyectar nuestra escrutadora mirada hacia los ultramares de nuestro idioma.

Memoria de una generación destruida, págs.151 y 152.