MODERNISMO FRENTE A NOVENTA Y OCHO

La obra, publicada en 1951, se propone un estudio en el que se analizan y comparan el Modernismo y el Noventa y Ocho, las dos principales corrientes literarias y de pensamiento que confluyeron en España a finales del siglo XIX y principios del XX. Esta época es definida por el autor, en el “Propósito” introductorio, como “un período capital de nuestras letras, aproximadamente entre 1875 y 1925, que por su calidad, riqueza y ambición, representan a nuestro juicio, medio Siglo de Oro.”

Al distinguir –y enfrentar¬ ambos movimientos, Díaz-Plaja se propone poner de relieve las coordenadas intelectuales que separan a los literatos representantes del Noventa y Ocho –con inquietudes sociales y políticas¬ con los parámetros más bien esteticistas de los escritores modernistas. En su prólogo a la segunda edición, el escritor señala que su intención es rescatar el interés por esta última escuela que en la época en que escribe su libro “ha dejado de tener ¬por imperativo de los cambios del gusto literario¬ una presencia real en las letras hispánicas” frente a la vigencia residual de las ideas y la problemática de los autores y las ideas noventayochescas.

A lo largo de sus más de trescientas páginas el análisis enfrenta los postulados estéticos y estilísticos de escritores modernistas –Valle Inclán, Rubén Darío, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez¬ con los principios éticos presentes en las obras de los autores noventayochistas –Ganivet, Unamuno, Ortega, Antonio Machado, Baroja¬ que no sólo proclamaban sus propios cánones sino que abominaban de los del movimiento contrario.

El autor aborda pues el estudio comparativo para fijar los criterios que distinguen a los integrantes de ambas escuelas y deslindar a los escritores y sus obras por su adscripción a cada uno de los movimientos. Sin embargo, ya desde su prólogo advierte de las dificultades de proceder a una “discriminación sistemática” de los integrantes de las dos tendencias que tienen claves “significativas y radicalmente distintas” aunque pueda haber “zonas de pasajero contagio y aun, en algún caso, de posiciones semejantes”. E incluso, más adelante admite que “abundan las zonas de confusión entre ambas tendencias”. (pág.11)

El “esfuerzo discriminador” con que resume y define su autor el estudio, la distinción y confrontación de ambos movimientos, provocó una auténtica polémica en el ámbito literario de España y de su diáspora intelectual. Como Díaz-Plaja recuerda en el prólogo a su segunda edición “el planteamiento bipolar no es nuevo” pero las anteriores tesis semejantes no habían provocado el revuelo polémico de su análisis con varios autores dedicados a su crítica. Entre los más notorios disidentes estaría Juan Ramón Jiménez quien en 1953 dedicaría un curso en la Universidad de Puerto Rico para rebatirlas.

También en el prólogo el autor, tras reconocer la complejidad del problema, “la dificultad estriba en la heterogeneidad de los dos conceptos en juego”, estéticos en el Modernismo y de conducta en el 98, acepta la definición de Dámaso Alonso que distingue ambos movimientos: “Modernismo es ante todo una técnica; la posición del 98, digámoslo en alemán para más claridad, es una Weltanschauung”.

El autor concluye resumiendo el enfrentamiento de tendencias en la época de final de siglo XIX y principio del XX: “Como hemos visto los elementos más dispares integran este momento espiritual. Pero ya esta dualidad nos alecciona de un fundamental dualismo que va a orientar… el nuevo estado de espíritu en dos tendencias: una de carácter ético, basada en un retorno a la integridad, en una concepción educativa y austera del arte, entendido además –de acuerdo con la preocupación sociológica dominante¬ como un instrumento de mejora de la humanidad.” (El Noventa y Ocho). Mientras que el Modernismo es un movimiento “de carácter estético que se dirige a la consecución de un arte cada vez más complejo, refinado y orientado hacia la sensación”.

Para esta sinopsis se ha utilizado la edición de 1979 (Editorial Espasa-Calpe. Selecciones Austral.)

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