INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL ROMANTICISMO ESPAÑOL

Introducción al estudio del Romanticismo español, (1936) puede considerarse cronológicamente la primera obra importante de la amplia bibliografía de Guillermo Díaz-Plaja. Pese a su juventud –escrito a los 26 años¬ un jurado presidido por Antonio Machado, y compuesto por Pío Baroja, Angel González Palencia, Pedro de Répide y José Montero Alonso, le otorgó el Premio Nacional de Literatura de 1935. El galardón al libro fue un reconocimiento a la calidad de sus análisis y a su capacidad de síntesis para hacer comprender un período de las letras españolas del siglo XIX hasta entonces poco estudiado. La obra es una reelaboración ampliada de sendos cursos impartidos por el autor en la Universidad de Barcelona en los años académicos 1933-34 y 1934-35.

El autor comienza el estudio con el encuadre cronológico del fenómeno literario y cultural romántico en la época como un cambio de parámetros estéticos y de contenido con la idiosincrasia y los cánones del Barroco y del Neoclasicismo que le precedieron en el XVII y XVIII pero que sirvieron para su caldo de cultivo. “El Romanticismo es un fenómeno surgido del movimiento general de las ideas del Setecientos; es la versión estética de la rebelión individualista que preconiza el racionalismo, de la libertad que propugna la Enciclopedia, de la defensa de la pasión que va desde Spinoza a Rousseau”. (pág.15) “El Romanticismo es el derecho a lo plural, a lo relativo, a lo pasajero; es por tanto una crisis de la Clasicidad”, (pág. 17) dice en su introducción el autor.

“Una gran parte del Romanticismo español se acomoda a la distinción hegeliana que separa el mundo clásico del romanticocristiano” (pág. 23) añade, al comenzar por esta faceta religiosa, una característica de algunos poemas que ensalzaban valores cristianos como las Cruzadas y las virtudes de sus caballeros. Sin embargo, esta tendencia al inicio del movimiento tradicional cristiano irá dejando paso después a una visión más laica “de tipo totalmente distinto: revolucionario, paralelo a la época que siguió a la larga represión fernandina” (pág. 26) y contemporáneo a las Cortes constituyentes de Cádiz.

El estudio enfoca a continuación el concepto de poesía que caracteriza al Romanticismo, concebido en la línea platónica como una “embriaguez” frente a la “mímesis” o imitación del concepto de la poética aristotélica. “El Romanticismo no concibe otra poesía que la inspirada, el autor hace circular el mundo alrededor de su yo” (pág. 38) y cita a Feijoó quien señala que “el entusiasmo es esencial para la poesía”. (pág. 39) En el mundo romántico “lo que se valora en el yo es el aspecto afectivo, sentimental”, mientras se rechaza “lo retórico, lo metafórico, lo alambicado” (pág. 40) de las épocas precedentes.

En ese contexto de inspiración espontánea se renuncia las fórmulas de métrica poética a la vez que tanto en su forma como temáticamente se ensalzan y recuperan los romances medievales como obra del pueblo, como expresión del sentimiento popular.

En el capítulo titulado “El yo romántico y su circunstancia” el autor destaca que “acaso la característica más radical del Romanticismo consista en el choque dramático entre el yo (subjetivo) poético y el mundo (objetivo) que le circunda… A esto se puede llamar, posiblemente, idealismo romántico”. (pág. 53) Otro aspecto capital de la literatura de la época es la “conciencia de soledad” del escritor. Esa soledad lleva a una confrontación entre el idealismo individual y la realidad objetiva del mundo con todas sus miserias. “Y el choque sólo da esa espantosa soledad que conduce a la locura y a la muerte”. Eso lleva a una trágica correlación con el suicidio, precedido por largos soliloquios en los diarios íntimos y a veces desesperados de los escritores románticos. Por eso “todo libro intimista es un cuaderno de soledades, un prólogo del suicidio”. (pág. 55)

En ese contexto está claro que, sin llegar necesariamente al drama previamente, el autor romántico, “favorece el sentimiento por encima de la razón” (pág.57). Para poner por encima de la razón “ha de poner en primer plano el aspecto sentimental, afectivo”(pág. 58) “Los poetas románticos, en suma, han de proclamar la supremacía de lo sentimental amoroso”. (pág, 60) El autor también subraya la importancia de la naturaleza en libertad, del paisaje como elemento inspirador de los escritores románticos y su fascinación por el enigma melancólico de las ruinas, o macabro de los sepulcros, o por las noches de luna llena.

Como es inevitable ¬y ha devenido un tópico y sinónimo en la acepción vulgar del concepto romántico¬ el amor por la mujer ocupa un lugar central en la poesía de la época. Para esto los escritores configuran un ideal femenino con un arquetipo que “a través de las descripciones de los poetas podemos ir dibujando una silueta que conviene a sus mejores sueños”. (pág.103) En Bécquer “el ideal femenino es una pura proyección espiritual” (pág. 105) que se refleja en su “predilección es por figuras afinadas (más esbeltas que altas), cabello rizado, ojos azules, con ingredientes de exotismo y nordicidad. En general para los poetas románticos “la mujer es una figura celestial,” (págs. 103 y 104)… “un ángel de luz” (pág. 105), fruto de “un entusiasmo idealizador” que contrasta con “la atroz decepción que el contacto de la realidad le procura”. (pág. 104)

Para esta sinopsis se ha utilizado la edición de 1936 (Editorial Espasa-Calpe. Colección Austral).

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