Aurora Díaz-Plaja

Hermano mayor, amigo y maestro

Barcelone 2 juin 1952

Adiós. Guillermo, hermano mayor, sí, pero también amigo y maestro. Maestro en las tareas que han llenado nuestras vidas: leer para hacer leer. Gracias por haber metido los libros en casa, por haber orientado las primeras lecturas, por haberme dado horas de placer intelectual con tus charlas. Te he admirado sin rubor desde que leí tu primer artículo, desde que oí tu primera conferencia y desafiaba la ironía de quien escuchando mi elogio ferviente, diciendo que no porque eras mi hermano sino a pesar de que lo fueras, te aplaudía. Siempre recordaré el impacto de aquella primera charla tuya sobre “Narciso y el espejo” en la que jugueteabas con el reflejo del azogue en la literatura. De pronto dijiste algo alucinante, algo que te inventaste, pero que me impresionó tanto como si fuera verdad: «Cuando Miguel de Cervantes llegaba al suelo español tras haber guerreado y vivido en cautiverio, cansado y destruido, triste y desesperanzado, se encontró en un pueblo que celebraba su fiesta mayor. Entró en una barraca de feria y de pronto su rostro se iluminó ante dos figuras, caricaturas de él mismo, reflejadas en dos espejos, uno cóncavo y otro convexo. Acababa de ver la imagen de sus futuras criaturas, Don Quijote y Sancho Panza».

El inicio de una devoción

Perdona que tras tantas palabras pronunciadas por ti a lo largo del medio siglo transcurrido desde entonces y después de tantas páginas publicadas en libros de ensayos literarios, tenga la puerilidad de recordar aquella tu jovencísima etapa de charlista novato en “Conferencia Club”. Pero aquello fue el inicio de una devoción por ti como hermana menor y amiga. Después, hemos seguido nuestra amistad y afinidad electiva incluso en la vertiente profesional, puesto que tu tarea como profesor engendró muchos lectores para mis bibliotecas. Todos tus alumnos aprendieron de ti el amor a la literatura y a los libros. Gracias, Guillermo, por la fecunda tarea que has hecho a lo largo de tu vida, demasiado corta, para los que te amamos. Gracias y adiós.

Aurora Díaz Plaja, La Vanguardia, 29 de julio de 1984.

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