EL COMBATE POR LA LUZ

La hazaña intelectual de Eugenio D’Ors

A la hora de seleccionar los libros más significativos de Guillermo Díaz-Plaja entre su copiosa y abrumadora obra –más de 200 libros y 554 entradas en su Bibliografía oficial¬ no puede faltar uno de sus estudios sobre Eugenio D’Ors, escritor y personaje emblemático con quien el autor tuvo vínculos especiales de afinidad cultural y relación personal. Desde esta proximidad casi discipular El combate por la luz, publicado en 1981, es un trabajo en el que realiza un ambicioso análisis de la obra y la personalidad de D’Ors en el que conviven la objetividad y la admiración. Y al mismo tiempo el ensayo encuadra a esa figura en el contexto de su época para asignarle un papel central en la cultura y el pensamiento catalán y español de la primera mitad del siglo XX.

En su introducción, el autor explica que su obra “no se propone el estudio del pensamiento dorsiano sino de la función didáctica ejercida por dicho pensamiento” y que su estudio “se ha propuesto establecer lo que fue su Heliomaquia”. (pág. 17) Bajo este vocablo griego, traducido libremente como “combate por la luz”, se resume la característica que mejor explica la actitud intelectual de D’Ors como vigía, desvelador y divulgador de ideas, corrientes culturales y artísticas de su tiempo. “Su acción equivale a una Aufklärung, a una Política de las Luces como la que los enciclopedistas franceses irradiaron en el siglo XVIII”. (pág. 18) Este concepto se entiende a la vez como lema ideológico y como sentido de misión que el autor en su subtítulo de la obra califica épicamente de Hazaña intelectual.

El libro subraya que desde sus comienzos como escritor del “Glosari”, en 1906, su columna diaria en catalán en el periódico La Veu de Catalunya de Barcelona, firmada con el seudónimo de Xenius, D’Ors es el faro que ilumina y anima el panorama cultural de su país con numerosas inquietudes intelectuales y artísticas abiertas a Europa. Su pensamiento es portavoz de las ideas del Novecentismo ¬o su versión catalana del Noucentisme¬ en la que “propugna el retorno a los valores culturales del Mediterráneo” entendidos como una vuelta al Clasicismo de Grecia y Roma. Esta orientación se reflejará en La Ben Plantada (1911), una de sus obras más representativas, en la que a través de una figura femenina imaginaria, evoca y simboliza los rasgos de esta nueva estética clasicista del Mare Nostrum.

El autor destaca otro aspecto de esta actitud intelectual que caracteriza a D’Ors cuando pasa de su vocación de escritor a su misión como impulsor de políticas culturales. A partir de su nombramiento en 1914 como Director General de Instrucción Pública de la Mancomunitat de Catalunya, D’Ors potencia y anima una serie de iniciativas e instituciones que permiten proyectar sus ideas para difundir y potenciar la cultura a imagen y semejanza de los centros académicos de referencia en Francia y otros países europeos. Entre ellos destaca el impulso dado por Xenius al Institut d’Estudis Catalans, fundado por Prat de la Riba en 1907 y al Consell General d’Educació por no nombrar más que los dos mas significativos entre una pléyade de proyectos realizados que supusieron un enorme avance de la vida intelectual y académica del país.

El estudio recuerda que la etapa barcelonesa de D’Ors tiene un final traumático cuando, tras la muerte de Prat de la Riba, en 1917, su sucesor, Josep Puig i Cadafalch, le releva en el cargo. Esta Defenestració de Xenius ¬título de otra obra de Díaz-Plaja dedicada a este triste momento¬ marca un quiebro en su carrera que provocaría su marcha a Madrid en 1921. En esa etapa D’Ors seguirá con su “Glosario” –en castellano¬ primero en el diario monárquico ABC y después en el católico El Debate y se integrará plenamente en la vida cultural de la capital, especialmente en el ámbito de la Institución Libre de Enseñanza. En su Residencia de Estudiantes dictará tres lecciones magistrales que marcan esa época: “De la amistad y el diálogo”, “Aprendizaje y heroísmo” y “Grandeza y servidumbre de la Inteligencia”.

En el ambiente cultural de Madrid, alternó su vida de escritor con la de excelente conferenciante y asiduo de ciertos salones literarios aristocráticos donde era valorado como un brillante conversador lleno de humor e ironía y con un deje esnob, empezando por su pronunciación un tanto extravagante del castellano. En esta época coincidió con Ortega y Gasset con quien compartía aspectos de su pensamiento. Pero el europeismo cosmopolita y espíritu clasicista mediterráneo de Xenius le separaban del casticismo español y castellano del filósofo. El libro concluye con la última etapa en la que D’Ors , tras haberse decantado en 1938 durante la Guerra Civil por el bando nacional, se afilió a Falange y fue elegido Académico en pleno conflicto.

Posteriormente, el Gobierno franquista le nombró Director General de Arte, cargo desde donde fundó el Instituto de España. Así, en su última etapa de la Heliomaquia, su “combate por la luz” sería eclipsado por la sombra de su colaboración con la dictadura que los intelectuales demócratas nunca le han perdonado.

Para esta sinopsis se ha utilizado la edición de 1981 (Editorial Espasa-Calpe)

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